La Guerra de la Independencia se percibió en Lodosa en toda su crudeza, pues en la localidad existía uno de los importantísimos puentes de piedra para poder cruzar el Ebro. La localidad contaba con un acuartelamiento del ejército imperial francés, debido a la resistencia a la ocupación francesa y a la presencia del citado puente.
Los hechos más significativos que tuvieron lugar en la localidad ocurrieron en el año 1808, durante los meses de octubre y noviembre. El 18 de octubre, Palafox invitó a Castaños a trasladarse a Zaragoza para establecer un plan de operaciones. La conferencia tuvo lugar del 20 al 21, y en ella se decidió que el ejército del Centro dejase dos divisiones en Lodosa y Calahorra. El 25 de octubre de 1808, se suceden combates entre las tropas francesas y las divisiones españolas en Logroño y Lodosa, y como consecuencia la retirada de las divisiones españolas.
Napoleón, el día 18 de noviembre ordena a Jean Lannes que avance hacia Tudela con el siguiente plan: 21 a Lodosa, el 22 a Calahorra y el 23 a Tudela. Cuando llega a Logroño, ordena a Moncey que atraviese el Ebro por Lodosa para juntarse con él y unir las fuerzas. Una vez en Lodosa, organiza las fuerzas de las que dispone, y el mariscal Lannes toma el mando del Cuerpo de Moncey, reforzado hasta alcanzar los 24.000 infantes y 5.000 jinetes.
El plan de los franceses era que Lannes atacara a Castaños en Calahorra, mientras Michel Ney, por Soria, se dirigiría contra la retaguardia española. El día 21 Castaños conoció los movimientos franceses contra su retaguardia y ordenó retroceder a sus tropas, girando un ángulo de 90 grados y situándose perpendicularmente al Ebro entre Tarazona y Tudela, apoyado en el curso del río Queiles y destacando a la división de vanguardia a Ágreda para cubrir su retaguardia.
Su nuevo despliegue suponía abandonar los proyectos ofensivos e intentar cerrar el corredor Sur del río que lleva a Zaragoza. Todo esto desembocaría el 24 de noviembre de 1808 en la famosa batalla de Tudela. El 19 de marzo de 1810 es atacada la guarnición de Lodosa con tropas al mando del Comandante Pascual Echeverría «El Carnicero de Corella». En el ataque causan graves daños a los franceses y hacen 23 prisioneros. En este ataque estuvo presente el General Espoz y Mina.
Durante este periodo y los años posteriores, un lodosano destacaría entre los militares españoles. Joaquín Romualdo de Pablo y Antón (Chapalangarra), guerrillero y militar nacido en Lodosa el 26 de julio de 1784, participó activamente en la guerra de la Independencia y acreditó en numerosas acciones valor y dotes de mando.
Su trayectoria militar es muy brillante: en 1809 se enroló en el ejército. En 1812 Francisco Espoz y Mina le encargó formar el 6º Batallón de la División de Navarra y 1º de Aragoneses, y en enero de 1813 obtuvo el grado de coronel. Finalizada la guerra se le destinó como agregado del Regimiento de Infantería de España y fijó su residencia en la plaza de Bilbao.
Fue aquí donde, inmediatamente después del levantamiento de Riego, hizo jurar la Constitución a la tropa formada y volvió al campo de batalla en defensa de las ideas liberales. En 1823 fue gobernador militar en Alicante, pero debido al bloqueo que sufrió por parte del vizconde Toullon de Dogne, cuando el duque de Angulema entró en España con los Cien mil hijos de San Luis para destruir la Constitución y proclamar a Fernando VII rey absoluto, en noviembre de ese mismo año tuvo que retirarse a Gibraltar, desde donde se fue a Inglaterra.
Durante su estancia en Londres mantuvo contactos con otros compañeros, entre ellos Espoz y Mina, con el objetivo de preparar su regreso a España para restablecer el régimen liberal. Así, en 1830 organizó sus tropas en la localidad francesa de Cambo-les-Bains para entrar en España por Valcarlos. Aunque contó con un escaso número de entusiastas, entre ellos el gran poeta José de Espronceda, quien le dedicó a su muerte unos sentidos versos en la elegía «A la muerte de Don Joaquín de Pablo (Chapalangarra)», consiguió alinear un regimiento de más de 1.000 soldados y voluntarios realistas. Fue el final para este gran militar cuya vida estuvo entregada a dos ideales: Independencia y Libertad de la Patria. Murió por la causa liberal, que defendía la Constitución de Cádiz de 1812 y que proclamaba la división de poderes del Estado y soberanía de la Nación frente a los defensores del absolutismo de Fernando VII.