Cuevas artificiales
Lodosa contó con tres barrios de cuevas artificiales habitadas, uno al este, otro al norte y el tercero al oeste de la villa, que comenzaron a excavarse a principios del Siglo XIX y en los que llegaron a habitar cerca de un centenar y medio de familias hasta la década de los años sesenta del siglo pasado.
La cueva tipo consta de una explanada o «plazoleta» en su frente y una fachada de arena, roca de yeso o muro de piedra orientada, siempre que sea posible, al sur.
De la entrada parte una galería llamada «caño» que forma el eje de distribución de las habitaciones; generalmente la cocina a la derecha y la habitación principal a la izquierda, ambas con ventana a la fachada, más al interior los dormitorios y al final los graneros, almacenes, y cuadras para los animales, como burros, gallinas, etc.
Al fondo del «caño» a modo de pozo o chimenea de dos o tres metros de diámetro, se halla la «nevera», elemento autóctono que actúa como extractor de olores, ventila la cueva e ilumina otras pequeñas cuevas destinadas a los animales. Sobre la fachada una zanja inclinada o «quintana» encauzaba el agua de lluvia protegiendo la cueva.
Arquitectura
Las cuevas conservan todo el año una temperatura alrededor de 18 ºC, son secas e higiénicas ya que se encalaban con frecuencia.
Este tipo de arquitectura subterránea sana, económica y ecológica, practicada por el hombre desde el neolítico a lo largo de todas las épocas históricas y en todos los continentes, mantiene su vigencia en la actualidad.
Desde el año 2007, gracias al Departamento de Turismo del Gobierno de Navarra, con su plan en Inversiones Turísticas, y al Proyecto «Tu Eliges, Tu decides» de Caja Navarra, podemos disfrutar con la visita a una de estas cuevas el pasado de la localidad y de la población.